La dieta proteica: un
buen método para adelgazar o se ha convertido en una moda más? Lo cierto es que
la dieta de las proteínas está en boca de todo el mundo, pero eso no es
garantía de que sea un método saludable y a pesar de que expertos en medicina
lo aconsejan como un buen método para adelgazar, hay que tener en cuenta que
también tiene sus contraindicaciones Y
que el Instituto de Obesidad, el Instituto Javier de Benito o la Clínica Ordás,
entre muchos otros, la aconsejen, puede verse como una garantía. Pero, ojo: no
es válida para quitarse los 2 ó 3 kilos del turrón. Hay que tener un exceso de
peso de más de 5 kilos. «Está indicada para situaciones de obesidad, así como
para la corrección de trastornos metabólicos, hiperinsulinismo y para
adelgazamiento rápido», afirma el doctor Adelardo Caballero, director del
Instituto de Obesidad. «Y es requisito que esté prescrita y supervisada por un
médico. Entre otras cosas, porque para comprar los menús (en la primera fase se
comen platos precocinados) se necesita la autorización del médico», añade la
doctora Beatriz Beltrán del equipo de Javier de Benito.
Los beneficios y
contraindicaciones a cerca de esta dieta deben ser tomado en cuenta para no poner
en riesgo nuestra salud, y se debe realizar siempre bajo la supervisión de un especialista que la
controlará y modificará cuando sea necesario.
¿Qué
es?
La dieta proteica es una dieta
disociada, es decir, de las que buscan perder peso a través de no mezclar
diferentes tipos de alimentos en las comidas. Se basa en el consumo exclusivo
de alimentos ricos en proteínas que permiten que el cuerpo coja la
energía que necesita a través del consumo de la grasa. Además, la dieta a base
de proteínas sacia el hambre muchísimo más, por lo que se produce un
adelgazamiento rápido (en unas 2 semanas se empiezan a notar cambios, tiempo máximo
recomendado para llevar a cabo una dieta proteica y, si se quiere seguir,
acudir a un médico).
¿Qué
alimentos se deben suprimir y qué alimentos hay que consumir?
Se suprimen todos los alimentos
que contengan altas cantidades de hidratos de carbono: pan, arroz,
pasta, harina de trigo, azúcar, cereales, miel, galletas, dátiles, pasas,
mermeladas, patatas fritas, maíz, chocolate, turrones, judías blancas, bollos,
pasteles, castañas, ciruelas secas, churros, empanadillas, helados, pizzas,
lácteos, fruta, etc.
En cambio, se añaden todos los
alimentos ricos en proteínas: carne (lomo embuchado, pechuga de pollo,
jamón cocido, carne de cerdo no grasa, cabrales, carne magra de vacuno, hígado,
cordero, carne semigrasa de cerdo…), soja, pescado (bacalao, rape, salmón,
atún, sardinas en conserva, bonito, langostinos, gambas, lenguado, merluza…),
marisco, huevos, frutos secos (almendras, pistachos, cacahuetes…), seitan,
lentejas, etc.
¿Cómo
funciona?
El hecho que una dieta a base de
proteínas funcione es porque el cuerpo no obtiene carbohidratos de estas
comidas. Aunque se obtenga una gran cantidad proteica, nuestro
organismo trabaja “forzado” y quema más grasa, extrayendo la energía
de las proteínas de estos alimentos.
¿Su secreto?
Alimentarse a base de proteínas y olvidarse de los azúcares y las grasas ¿La
razón? Cuando eliminamos los hidratos de carbono de la dieta, exceptuando
niveles mínimos necesarios, el organismo no tiene más remedio que «tirar» de su
segunda fuente de energía, la grasa almacenada. Se desarrolla en 3 fases:
Fase activa: Durante la primera
semana hay que comer cinco veces al día a base de cremas, potajes, barritas,
flanes, yogures y batidos (se compran ya preparados, como los de PronoKal o
Lignaform...), que se combinan con una lista reducida de verduras. Los primeros
tres días se siente uno un poco alicaído y con unos impulsos irrefrenables de
comerse unos espaguetis. Superada esa fase, la sensación de hambre desaparece y
se recupera la vitalidad porque el organismo empieza a usar la grasa como
fuente de energía. Esta etapa es la más restrictiva, pero también la más
motivadora ya que se produce la pérdida del 80% del peso. La segunda semana se
pueden introducir pescado, marisco, huevos...
Fase de transición: la tercera semana se
reducen los alimentos preparados para incorporar fruta, pan, lácteos y más
verduras, con el objetivo de educar al cuerpo a tener hábitos correctos.
Fase de
estabilización: al
terminar el primer mes, ya se autorizan todo tipo de alimentos excepto pasta,
arroz y azúcares. Llegado a este punto, se supone que la reeducación
alimenticia está hecha y se trata de seguirla hasta alcanzar el peso objetivo.
Aunque a los médicos no les gusta hablar de cifras, conozco pérdidas hasta 16
kilos en dos meses.
Los pros: se pierden muchos kilos y muy rápido, no se pasa hambre y no se pierde masa muscular (solo grasa. Los contras: no es fácil de seguir fuera de casa y es muy estricta (no se permite ni una cola light).
Beneficios
-
En la dieta proteica no se pierde peso de forma drástica (unos 2-3 kg en la
primera semana).
-
No se pasa hambre.
-
No se tiene sensación de tristeza, debilidad o falta de vitalidad.
-
Se conserva la masa muscular.
-
Es segura pero siempre es mejor realizarla bajo control médico.
Riesgos
-
Este
tipo de dietas no tienen unos efectos duraderos ya que, al retomar la
dieta habitual, los kilos perdidos se ganan con bastante facilidad.
- A causa de la gran cantidad de
proteínas, los riñones y el hígado harán un sobreesfuerzo poniéndose en
peligro.
- La falta de fibra en este tipo
de dietas hará que nuestro organismo sufra de estreñimiento. También hay que
tener en cuenta que los alimentos proteicos tienen altas cantidades de grasas,
por lo que nuestros niveles de colesterol y ácido úrico aumentaran
considerablemente.
- Al no ingerir los hidratos de carbono
y, por lo tanto, no obtener glucosa, conseguiremos que se produzca una cetosis,
es decir, la obtención de energía a través de las grasas. Esto, desencadenará
en nuestro cuerpo cambios fisiológicos, como malestar, desgana, nauseas,
mareos. Estos cambios harán que nuestros fluidos corporales se vuelvan más
ácidos.
- El hecho que el PH de nuestros
fluidos corporales sea más bajo nuestro cuerpo se verá más expuesto a padecer
enfermedades crónicas.
- Puede provocar una caída del cabello,
calambres musculares, hipertensión, halitosis y trastornos menstruales.
Contraindicaciones:
-
No
recomendada para personas menores de 18 años ni para mayores de 65.
-
No recomendada para personas diuréticas o que sufren:
- Insuficiencia renal, hepática o cardiaca.
- Alteraciones psiquiátricas
- Hiperuricemia
- Enfermedades cerebrovasculares
- Enfermedades Neoplásicas
- Enfermedad de Addison.
Ya habéis visto como funciona una dieta
proteica y sus pros y contras. Yo siempre recomiendo que si se quiere llevar a
cabo una dieta de este tipo antes se consulte con un médico.
¿Habéis probado este tipo de dieta? ¿Os
ha dado resultado?
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